EL SER SORIANO

 

Diferentes quehaceres profesionales y académicos me han llevado, en los últimos

años, a mantener contacto con personas de distintas localidades españolas y de

diversos países. Con frecuencia, y por instinto, en mi presentación acompaño mi

nombre de mi lugar de procedencia: Soria. Es algo que surge de modo natural, sin

que me hubiera percatado de ello hasta hace un tiempo, cuando una persona, a la

que me presenté en Madrid, me dijo: «todos los sorianos a los que conozco lleváis

a gala vuestra procedencia, ¿esto es típico de la gente de Soria?». A continuación,

me relató los sorianos a los que conocía, en buena parte también conocidos míos.

Desde entonces, incluyo en todas las despedidas de los correos cuyo destinatario

está fuera de la provincia, «saludos desde Soria».

Aquella conversación intrascendente, me hizo pensar sobre qué significa «el ser

soriano». Como es lógico, tiene que ver con formar parte de una comunidad que

tiene un origen común. Las raíces tiran hacia la tierra, por muy diversas que sean

las hojas que abrigan al árbol, o por muy alto que hayan tocado los aires las ramas

en su crecimiento. Quizá por ello no sea infrecuente eso de llevar a gala la

procedencia.

Sin embargo, «el ser», también se vincula con la naturaleza, la esencia o el modo

de existir. ¿Hay algo que caracterice a la gente de Soria? No divagaré intentando

responder, pero sí aseguro que donde hay un soriano, pese a que exista distancia

geográfica, hay un alma amiga. Esa cercanía es la que he encontrado en María del

Pilar Berzosa Esteban, presidenta del Centro Numancia de Buenos Aires, con

quien contacté hace unos meses. Su amable disposición me hizo sentir que nos

conocíamos de toda la vida. Entre otras cosas, con ella hablé de unas fotografías

que había localizado en el Archivo Histórico Provincial de Soria sobre un homenaje

que nuestros compatriotas rindieron en esta ciudad al gran poeta Antonio Machado.

En «los Sanjuanes» de 1973, el periódico Soria, hogar y pueblo narraba cómo «los

sorianos de Argentina, representados en la Junta Directiva del Centro Numancia de

Buenos Aires, ofrendaron una hermosa placa de bronce a la memoria de Antonio

Machado»: «quedó colocada en los muros de entrada al Parador de Turismo

Antonio Machado en lo alto del Castillo. La ceremonia de su descubrimiento fue

sencilla, como corresponde al talante soriano, de manifestaciones austeras, pero

henchidas de sensibilidad entrañable y contagiosa. Sobre los móviles de este

homenaje habló el Presidente del Centro Numancia bonaerense, don Jonás Orden,

un hombre de temple numantino, recio en su personalidad y parco en el decir,

aunque de honda y comunicativa cordialidad. “Es -vino a expresar- un acto de

justicia que le rendimos los sorianos y los hijos de sorianos y aún los mismos

argentinos a quien, con su versificación, rindió tributo de inmortalidad a la tierra que

tanto amó él y en la que nacimos la mayoría de nosotros”».

Sirvan estas breves líneas como un afectuoso saludo para los lectores, desde esa

Soria pura donde el Duero traza su curva de ballesta.


Marisol Encinas Machado

Historiadora e Historiadora del Arte

Soria, 26 de agosto de 2023






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